Mi historia de hoy podría ir dentro de mi mítico curso para ladrones, pero en realidad no sabría si ponerla en el lado del ladrón listo o en el del ladrón tonto. El caso es que mi amigo de hoy, un ladrón australiano de 46 años, robó dos teléfonos móviles y una cartera a un hombre aleatorio de Melbourne. Cuando empezó a cotillear sus nuevas propiedades se dio cuenta que uno de los teléfonos tenía pornografía infantil.
Ante la tesitura de callarse o ir a las autoridades, decidió escoger la opción "buena" y comentarle a la policía lo que había pasado. La juez que se encargó de juzgarle le sentencio a un mes de cárcel y 400 dólares por siete cargos de hurto y robo de vehículo en una condena que se vio reducida porque arriesgó su libertad.
Fuente: Público
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