Dejar la bici en la calle siempre ha sido un problema. Hay que buscar un buen poste al que atarla y aun así puedes quedarte sin ruedas o sin sillín. Sin embargo, todos asumimos que los ladrones que roban lo hacen para poder venderlas luego de segunda mano.
Mi primer amigo de hoy ha demostrado que no todo se hace por dinero. Joji Kondo, japonés de 35 años, ha confesado que ha robado 200 sillines porque "quería oler el aroma de la lencería de una mujer. Me gusta la textura de la tela y el olor que tiene. Lo chupaba y esnifaba".
El ladrón pervertido fue detenido cuando robaba 3 sillines en un complejo residencial. Cuando registraron su casa, descubrieron los otros 200.
Fuente: Japan Today
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